17 Abr Día Mundial de La voz: ponerla en todo lo que haces y transmitir más confianza
Muy pocas personas saben que perdí la voz durante mucho tiempo cuando era una niña. ¿Cuánto es mucho tiempo? El suficiente para dejar huella y que poder expresarme sea vital para mí. Expresarme no solo hablando y escribiendo, que también, sobre todo expresarme en mi manera de vivir, de elegir, hacer… La expresión propia guarda para mí un significado inmenso y profundo, que todavía reposa en lo inefable (quién sabe si un día sepa y quiera contarlo).
Nunca me había parado a dedicar nada al Día Mundial de la Voz, resulta que se celebra cada 16 de abril y sirve para recordar la importancia de nuestra voz y concienciar sobre las enfermedades en las cuerdas vocales, como la que tuve yo.
Para sumarme a esta especie de honor a mi voz y a la de cada uno de nosotros, este día 17 he decidido compartir el capítulo de mi primer libro dedicado a la voz:
¿Qué puedes hacer con tu voz para transmitir más confianza?
La voz debemos usarla para interpretar lo que contamos, es lo que da significado al discurso a través de la expresividad.
Lo más importante para aprender a expresar con la voz, y así empezar a integrarla como una parte de ti y tu singularidad a la hora de comunicar, es aprender a respirar.
Todos respiramos sin hacer ningún esfuerzo, pero no todos hemos aprendido a controlar nuestra respiración y a elegir si respiramos por la boca o por la nariz, y por tanto a servirnos de la respiración para proyectar nuestra voz.
Pocos días antes de impartir la primera edición del Taller de comunicación: transmite confianza, viví una anécdota que me hizo darle más importancia a la parte de la respiración.
Estaba subiendo la montaña con algunas amigas, todavía era verano pero no hacía demasiado calor, y la pendiente era suave. Aun así, una de ellas empezó a jadear a los pocos minutos y tuvimos que parar. Sentía que se ahogaba y solo respiraba por la boca. Cuando estaba más calmada le propuse que intentara respirar por la nariz para poder seguir sin sentir ese ahogo, me dijo: “no sé respirar por la nariz”. Lo intentó, y efectivamente no podía. Era incapaz de controlar su respiración, por eso se fatigaba tanto.
Al hablar en público pasa exactamente igual que al subir una montaña o hacer deporte. Si no puedes controlar tu respiración para que te ayude en cada movimiento, te ahogas. Y no solo eso. La neurociencia ha comprobado que cuando respiramos por la nariz aumenta nuestra capacidad de recordar. Se activa la memoria. En el momento en que inspiramos despacio por la nariz, retenemos más.
Cómo respiramos afecta a todo, y especialmente a cómo proyectamos nuestra voz, cómo pronunciamos y vocalizamos.
Todos estos son elementos que determinan cuánta confianza eres capaz de transmitir con tu exposición en público. Si pronuncias con claridad, si vocalizas con fuerza las palabras clave de tu discurso, y si modulas tu voz y tus silencios como parte de tu relato para que sea recordado, será decisivo.
La fuerza de tu voz está en tu respiración
La fuerza de tu voz está en tu respiración. Es su base, porque de cómo respiras depende el volumen de tu voz.
Para aprender a respirar por la nariz y a hinchar tu abdomen para retener el aire más tiempo, te voy a contar cómo aprendí yo de niña. Con siete años tuve una enfermedad en las cuerdas vocales que se quedó conmigo varios años y me llevó muchas veces a quirófano. Perdía la voz, y uno de los tratamientos que me ayudó fue aprender a respirar. Parece simple, pero si empiezas a hacer esto créeme que lo agradecerás para siempre:
Cada día cuando te vayas a la cama, o siempre que tengas un momento de reposo y te acuestes, pon sobre tu abdomen algo de peso, vale una bolsa de un kilo de fideos, o de arroz, lo que quieras y sea suficiente para sentir el peso. Respira con calma cogiendo aire por la nariz y levanta la bolsa de fideos llevando el aire al diafragma, aguanta unos tres segundos y suelta el aire a la vez que desinflas tu abdomen. Puedes exhalar por la boca si quieres, pero inhala siempre por la nariz y recuerda levantar todo lo que puedas la bolsita de fideos.
Practica esto hasta que de forma natural respires hinchando tu abdomen y sin necesidad de abrir la boca para coger aire.
Los silencios en el momento adecuado para transmitir seguridad y confianza
Otra cosa importante que depende de la respiración es poder hacer silencios en el momento adecuado. Al hacer pausas de forma controlada, puedes reforzar la comprensión del mensaje. Debes huir de la mala costumbre de llenar los silencios con expresiones como eeehhh, aammm… Todos lo hacemos hasta que empezamos a ser conscientes de ello, y a corregirlo para usar las pausas a nuestro favor.
Por ejemplo, haz una pequeña pausa cada vez que termines de decir algo clave, cuando lances una pregunta o cuando quieras crear expectación.
También cuando des una opinión, deja un pequeño silencio después. Sobre todo si es una opinión controvertida. Esa breve pausa reforzará la seguridad que tienes sobre tus argumentos.
Entonación, tono y pronunciación para transmitir más confianza
Otra cosa a evitar si quieres captar la atención de quien te escucha -y que es otra cualidad de la voz que se sirve de la respiración para ser controlada-, es el tono monótono. Hay varias razones por las que evitar la monotonía al hablar. No solo porque es aburrido escuchar un tono lineal, que hace que dejemos de prestar atención a los pocos minutos.
El tono lineal es además característico de personas más rígidas y severas, transmite inflexibilidad. Y por el contrario, hacer variaciones en la entonación es propio de personas más abiertas y flexibles. Una persona que juega con los tonos de voz y que modula las expresiones y los silencios provoca en el público una percepción de apertura que inspira más confianza.
¿Y qué hay del volumen? ¿Qué tono transmite más confianza, alto o bajo?
La voz habla también del estado de ánimo. Un tono de voz bajo traslada a la audiencia que la persona que habla tiene poca energía, o ánimo bajo. El volumen bajo transmite también timidez e inseguridad.
Vamos a ver qué puedes hacer con la voz y la entonación para sonar más creíble. Pero antes te propongo unos ejercicios para dar flexibilidad a tu voz y evitar sonar monótono o con falta de energía.
Para dar flexibilidad a tu voz, antes de hablar es importante calentar los músculos de la cara, la boca y las cuerdas vocales. Igual que para correr o hacer cualquier actividad física calentamos antes los músculos, nuestras cuerdas vocales sufren menos si las preparamos. Hacer esto antes de exponer en una presentación, una reunión o grabar un vídeo, te ayudará a usar mejor tu voz, y te llevará un par de minutos:
- Haz movimientos abriendo mucho la boca, incluso forzando su apertura con tus manos.
- Calienta tu lengua y tus labios así:
Pronuncia la R de forma seguida, RRRRRRRRR, haciendo vibrar tu lengua.
Después haz vibrar tus labios. Júntalos como si fueras a pronunciar la consonante B, y expira con fuerza por la boca sin separar los labios, para que vibren sacando sonido de R, así: BBRRRRR
- Para encontrar tu tono medio, pronuncia la A de forma prolongada, AAAAAAAA… Tu tono medio está en el punto en que puedas aguantar con la AAAAA… sin forzar tu voz.
Tu tono medio es el que debes usar para no forzar la voz, y desde él jugar con la entonación, la duración que das a cada sonido, las variaciones de volumen y los silencios.
Para pronunciar y vocalizar mejor, hacer pausas controladas y aprovecharlas para coger aire, hay una consonante que te ayuda: la R.
Vuelve a hacer esto: RRRRRRRRR…. Como si imitaras a un gato ronroneando. ¿Verdad que no te quedas sin aire? Es porque al mismo tiempo que la pronuncias estás cogiendo aire.
Ahora que lo sabes, recuerda pronunciar la R de forma marcada mientras estés dando una charla, así cogerás aire en cada palabra que la contenga.
¿Cómo sonar más creíbles?
Además de usar los silencios y evitar la monotonía, para parecer creíbles tenemos que usar un volumen enérgico. No hablar alto, pero sí con energía.
¿Y la entonación para parecer más seguros y transmitir confianza?
Si acabas las frases en un tono más grave, sonarás más creíble. Empieza cada nueva frase hablando con tono más agudo y concluye de forma más grave.
Pero ojo, los dos peores errores de entonación que podemos cometer son la monotonía y su opuesto radical: hablar cantando.
Piensa en ejemplos de acentos muy marcados que te recuerden justamente eso, el “hablar cantando”. Si hablas todo el tiempo acabando las frases con la misma entonación, tu discurso causará ese efecto cante que hace que la atención disminuya igual que sucede con la monotonía.
¿Y la velocidad al hablar? ¿Cómo sonamos más creíbles, hablando despacio o rápido?
Lo que han demostrado diferentes estudios sobre esta cuestión es que las personas que hablan un poco más rápido de lo que sería una velocidad media son percibidas como más inteligentes y más creíbles.
Pero no te pases, digo un poco más rápido, no muy rápido. Si te pasas de velocidad darás sensación de urgencia, de nerviosismo y de querer acabar rápido. Además del riesgo de que no se te entienda.
Y en el lado opuesto, alguien que habla muy despacio da la sensación de no estar seguro de lo que quiere decir. Únicamente lo que quieras subrayar como importante, una palabra o frase clave, dilo más despacio.
La solución es hablar con soltura y de forma enérgica pero no demasiado rápido, y combinar la velocidad para poner énfasis en lo que quieras recalcar, usando los cambios de velocidad, de entonación y los silencios.
Para llamar la atención hay personas que gritan en ciertos momentos de su discurso. Hacen un cambio de tono, de medio a alto, para captar la atención. Seguro que puedes recordar a algún orador que usa este recurso del grito. Pero esa no es la única forma ni es la mejor para transmitir autoridad. Puedes llamar la atención bajando la voz y hablando con un tono más grave. Esta fórmula es signo de seguridad y transmite más confianza.
17 de abril de 2024. Tania MTom
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